miércoles, 12 de junio de 2013

UN TIPO SORPRENDENTE

 A algunos os va a resultar, quizás, un poco fatuo y presuntuoso por mi parte, pero no puedo resistirme a reproducir aquí las hermosísimas palabras que Rosa Luque me dedica, con toda la generosidad del mundo, en el Diario CÓRDOBA de hoy. Acabo de leerlas, y estoy realmente emocionado; no ya sólo por lo que implican, sino sobre todo y particularmente, por haberlas merecido de ella; una mujer que es toda sensibilidad, dotada de una serena capacidad crítica que la convierte en testigo privilegiado de su época, periodista de raza y buceadora exquisita en el alma humana, un verdadero lujo para el periodismo cordobés de todos los tiempos, a la que admiro profundamente como profesional y como persona desde hace toda una vida. Confieso una cosa: siempre soñé con merecer una de sus largas entrevistas, en las que es capaz de penetrar más allá de lo evidente y lleva con frecuencia a los personajes a sobrevolar sobre sí mismos, ennobleciéndolos sin excepciones; pero esto de hoy supera cualquier expectativa. Es, sin duda, otro de esos grandes regalos que me está haciendo la vida últimamente; y casi todos ellos vienen de la mano de una mujer. Basta ese detalle para entender que les haya dedicado buena parte de mis novelas y que, probablemente, lo siga haciendo. ¡Tienen tanto que dar...! 

 ¡Gracias, Rosa! He aquí, para lo que gustes mandar, a tu rendido admirador, cuyos afecto y consideración por ti no hacen otra cosa que crecer, tras cada prueba de calidad periodística y humana que tan generosamente nos regalas.


Un tipo sorprendente
Rosa Luque 13/06/2013
  Todos tenemos varias facetas, pero muy pocos son capaces de desarrollarlas a la vez, sin jerarquías impuestas por la profesión o la vida misma. Una de esas excepciones es Desiderio Vaquerizo Gil, un tipo verdaderamente inclasificable que te sorprende a cada paso, y una especie de Rey Midas --alusión mitológica que va como un guante a este enamorado de la cultura clásica-- que convierte en oro cuanto toca, o casi. Nacido en el pueblecito pacense de Herrera del Duque, este extremeño estoico y perseverante que afirma creer aún en la utopía echó raíces en Córdoba siendo casi un niño, cuando con 14 años cambió su paisaje aldeano, al que íntimamente sigue siendo fiel, por la ciudad que le abría un horizonte de estudio en su Universidad Laboral.
  Desde entonces no ha dejado de formarse ni de creer en la educación como el arma más poderosa para mejorar el mundo (dicho está que es un utópico). Aquel chaval pundonoroso y redicho --así lo recuerdo ya de alumno universitario, cuando nuestros caminos se cruzaron por primera vez gracias a una amiga común--, aquel Desiderio lleno de deseos que llegó sacudiéndose el polvo de los campos de su infancia sigue hoy manchándose pies y manos de tierra, pero como arqueólogo y director del grupo de investigación Sísifo. Y a través de él, del proyecto Arqueología Somos Todos, empeñado en arrancar al pasado las claves para encauzar el futuro.
  Pero si el catedrático Vaquerizo ha sabido ganar prestigio para su departamento --y premios--, también se ha hecho un hueco como articulista comprometido con su entorno, sacudiendo conciencias dormidas en el abandono o la frivolidad, ese vicio que este señor tan cumplidor detesta.
  Sin embargo, hay otro Desiderio Vaquerizo que cada día sorprende más y es el escritor. Estoy convencida de que, si no fuera porque tiene donde escoger, podría ganarse la vida como novelista. Es dueño del don de la palabra y del detalle psicológico, combinados ambos con intrigas detectivescas que enganchan al lector (su inspector Anselmo Calatrava, un sabueso de provincias al que no se le escapa una, recuerda cada vez más al Plinio de García Pavón). Suele decir que la ficción para él es un divertimento, pero ahí estaba nuestro hombre el otro día en la Feria del Libro de Madrid firmando como un descosido ejemplares de su última novela, Alfileres de cristal --con la que cierra una trilogía sobre el mundo rural y sus sufridas mujeres--. Y no estaba solo, le acompañaba la actriz Marisa Paredes, musa de Almodóvar, que hizo una lectura dramatizada de algunos pasajes del libro. Si eso no es éxito literario se le parece mucho. Este tipo es una caja de sorpresas.
  

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