INQUISICIÓN Y MILENARISMO
(artículo publicado en el Diario CÓRDOBA el día 1 de octubre de 2016 con motivo de la presentación de mi novela en Córdoba el día 21 de ese mismo mes. Puede consultarse el original en: http://www.diariocordoba.com/noticias/opinion/inquisicion-milenarismo_1083341.html)
En los albores
del año 1500, Fray Diego Martínez de Toledo, joven dominico que ejerce como
fiscal en el Santo tribunal de la Inquisición de la ciudad del Tajo, es convocado
con urgencia por Don Diego de Deza, Inquisidor General de Castilla, León y
Aragón, quien quiere encomendarle una misión muy especial. Mientras, en
Herrera, pequeña villa próxima al Guadiana en los confines del Condado de
Belalcázar, Inés, una niña de sólo 12 años hija de Juan Esteban, zapatero y
curtidor, conversos ambos, ha comenzado a tener visiones; dice subir al cielo
de la mano de su madre muerta y traer de allí un mensaje divino de gran
trascendencia: el Mesías está a punto de llegar. Ambos personajes cruzarán sus
destinos en una trama basada en hechos reales que pondrá al descubierto lo
mejor y lo peor de la condición humana. De fondo, la crisis de milenarismo que
se produjo en Castilla mediado el milenio, y el papel de máquina represora de
letal eficiencia que, amparada en la supuesta defensa de la unidad de la fe y
la ortodoxia católica, ejerció la Inquisición española. En un momento en el que la
institución languidecía, ante una cierta creencia general de que la herejía
había sido por fin erradicada, el brote de judaísmo mesiánico protagonizado por
Inés de Herrera le vino como llovido del cielo para justificar su existencia,
demostrar su autoridad y prolongar en el tiempo su reinado de intransigencia,
terror e iniquidad. Empleándose a fondo con los judeoconversos les privó de
referentes y modelos conforme a un concepto de la justicia supuestamente
ejemplarizante, destinada en último término a disuadirles de seguir aferrados a
la Ley Mosaica.
El problema es que tardó poco en pervertir su objetivo, en beneficio de
intereses espurios que, alimentados por la obcecación, la suspicacia y la
rivalidad, persiguieron enriquecimiento fácil, venganza y poder; todo ello
mediante lucha desigual a muerte, de la mano a veces de antiguos
correligionarios, empeñados en despejar dudas y demostrar la verdad de su nueva
fe a costa de misas, rosarios y ollas con tocino; de hacerse perdonar su pasado
masacrando a los suyos.
Esta
es sólo una breve sinopsis de la novela Inés
de Herrera. La niña profeta, que presenté en el Salón de Mosaicos del
Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba, en el marco del Otoño Sefardí,
brillante iniciativa del Ayuntamiento cordobés, en pleno equinoccio de otoño, justo
cuando comienza el Año Nuevo judío. Me acompañaron en la mesa M. Téllez,
Teniente de Alcalde de Cultura; S. Alcázar, Alcalde actual de Herrera del
Duque, donde sucedieron los hechos; J. Peláez, de Ediciones El Almendro, que ha
publicado la obra; J. Calvo Poyato, historiador y escritor de renombre que hizo
una glosa del libro verdaderamente magistral, y L. R. Gallardo, violín, que
sublimó el acto con la sensibilidad, la pasión y la garra de sus
interpretaciones. A ello se sumó una ingente cantidad de público que abarrotó
el Salón de Mosaicos hasta el punto de verse obligados muchos a permanecer de
pie o a marcharse. Entre los asistentes, numerosas personalidades de la cultura
cordobesa, alumnos, familiares, amigos, pero también otra mucha gente que quiso
asistir a la presentación atraída por la temática del libro o quizá el tirón de
alguno de los participantes. Fue verdaderamente emotivo; todo un derroche de
respeto, entrega y cariño ante el que quiero dar las gracias públicamente y de
corazón. Cuando hace 44 años llegué a Córdoba para ingresar en su Universidad
Laboral, sin más norte que labrarme un futuro ni otro consuelo que sorberme las
lágrimas, no me habría atrevido siquiera a soñar que un día mi ciudad de
adopción llegara a envolverme tan amorosamente en su manto, a acunarme como al
más preciado de sus hijos. A día de hoy cuento con el privilegio de tener dos
tierras, dos patrias, dos lugares a los que volver, raíces múltiples que tiran
de mí con vehemencia de útero.
Mi historia retrata a una comunidad desgarrada entre el rechazo de los
suyos y de los cristianos viejos; que frente al fanatismo imperante entonó de
forma suicida un canto a la tolerancia, un grito desgarrado de libertad y
esperanza, un afán explícito de paz y de convivencia, a las que nunca debería
renunciar el ser humano. La obra está tan repleta de emociones, sentimientos y
verdad que bien pudo ser esa la clave del éxito de su adaptación teatral, estrenada
el pasado verano en la plaza de toros de Herrera del Duque bajo la dirección de
E. García Ballesteros, con música de Acetre interpretada en directo. Fue una
conmoción colectiva, el triunfo de un pueblo que ha decidido asumir su historia
y reivindicarse a sí mismo. Están todos invitados el año que viene.
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